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EL TABACO Y OTRAS ADICCIONES Y LA ESPIRITUALIDAD

Un espacio para conocer la voluntad de Dios

EL TABACO Y OTRAS ADICCIONES Y LA ESPIRITUALIDAD

Hablar de tabaco y espiritualidad representa un gran desafío, sin embargo empecemos diciendo que hay un proverbio popular que dice  “Mente sana y cuerpo sano”, pero a la hora de unir lo espiritual con lo médico la situación se complica.

La medicina tradicional es reacia a abrir sus puertas a lo espiritual, y viceversa. A pesar de esto hay un avance significativo en este terreno en Estados Unidos, a nivel latinoamericano Brasil va a la cabeza, mientras Europa se resiste.

Téngase siempre presente que el gran objetivo de la reforma higiénica y/o la reforma de la salud es asegurar el más alto desarrollo posible de la mente, el alma y el cuerpo.

Todas las leyes de la naturaleza (que son leyes de Dios) han sido ideadas para nuestro bien. Su obediencia promoverá nuestra felicidad en esta vida, y nos ayudará a prepararnos para la vida futura». Consejos sobre el Régimen Alimenticio. Pág. 25

El ser humano fue creado por Dios, (Gen. 1: 1; 2: 7) y como Creador dio instrucciones para el correcto funcionamiento de esa maravillosa máquina que es nuestro cuerpo. Como sujetos responsables, debemos conocer además de esas instrucciones, los sistemas que conforman nuestro organismo para preservarlo de enfermedades. En consecuencia, debemos, promover una filosofía de la salud basada en el plan de Dios para cada uno de nosotros.

La Biblia nunca menciona directamente el fumar, ni el tabaco en ninguna de sus formas. Sin embargo hay algunos principios que definitivamente se aplican al fumar y que deberíamos tener en cuenta al comenzar a fumar o decidir dejar de fumar.

Primer principio. Cada uno, no debe dejarse dominar por nada ni nadie.

La Biblia nos advierte de esto. En 1 Corintios 6:12 dice, “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.”  El fumar es innegablemente una fuerte adicción, que domina todo el ser.

Segundo principio. Nuestro cuerpo es de Dios.

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Corintios 6:19-20). Ver salmos 24:1; salmos 127: 3.

Tercer principio. Mi vida, toda, debe agradar a Dios.

Junto al texto que acabo de mencionar está aquel de Efesios 1: 3-6 que dice: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia.

Indudablemente al fumar no solo estoy destruyendo mi salud sino también estoy deshonrando a Dios, mi Creador.

Algunas preguntas para reflexionar:

  • ¿El fumar puede ser considerado “beneficioso”? (1 Corintios 6:12).
  • ¿Se puede decir que fumar verdaderamente “glorifica a Dios en tu cuerpo”? (1 Corintios 6:19, 20).
  • ¿Puede una persona que fuma, hacerlo “para la gloria de Dios”? (1 Corintios 10:31).

Cuarto principio. El fumar es pecado.

Al decir que el fumar es un pecado, no estamos diciendo que los fumadores, no sean salvos o estén perdidos. Hay muchos verdaderos creyentes en Jesucristo que fuman. El fumar deliberada y conscientemente, causa que la persona pierda su salvación. El fumar no es menos perdonable que cualquier otro pecado, tanto para la persona que se convierte en cristiano, como para el cristiano que confiesa su pecado a Dios (1 Juan 1:9). Al mismo tiempo, creemos firmemente que el fumar es un pecado que debe ser abandonado, y vencido con la ayuda de Dios.

Las  personas que iniciaron prácticas religiosas, reconocen que, aumentó su  espiritualidad, al recuperaron prácticas religiosas de la infancia y las experiencias con lo divino. La espiritualidad fortalece y anima, cambia lo negativo en positivo, da sentido a lo que les toca vivir sea su tristeza, dolor, pérdida o enfermedad. La espiritualidad debe actuar en uno, como un principio de transformación personal e interpersonal, que lo fortalece para resistir las  dificultades del diario vivir. La búsqueda de lo divino transforma la mente en un cambio, un cambio positivo hacia un estado en el que se podrá disfrutar de la vida con esperanza.

No son muchos los estudios que se han preocupado sobre este tema, sin embargo, hay antecedentes que indican que personas activas espiritualmente muestran niveles más bajos de consumo de alcohol y tabaco, menores cuadros depresivos y desarrollo de canceres, lo que puede explicarse porque las prácticas religiosas tienden a tener una mirada esperanzadoras y optimistas de la vida.

Finalmente es correcto pensar que los sentimientos que genera la espiritualidad  y las prácticas asociadas con la espiritualidad permiten que se desarrollen mecanismos psicológicos que favorecen la salud prevé el envejecimiento, mejora la salud, estableciendo un equilibrio en su estado físico, psíquico y emocional.

“Mente sana y cuerpo sano”, empezamos diciendo pero Dios dice: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2

Lic. Rolando E. Gigliotti
Pr. de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

 

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